sábado, 9 de enero de 2010

Milouda, la fuerza del querer


Madame Milouda. Milouda no cree en los jinns sobrenaturales, aunque si pudiera pronunciar alguna palabra mágica revolvería en la shour (o magia) para renovar su obsesión por el amor; ese amor por los suyos que se oculta en sus frecuentes dolores de cabeza y que proclama a través de una de las pocas palabras que usa en francés: mon amour. Revolvería en los márgenes de la impotencia para con su fuerza buscar una salida a su hijo mayor, Abdelati perdido en las calles de la desorientación. Tomaría al asalto madrasas (escuelas) y baladias (ayuntamiento) para que su mundo de mujer arabe saliera a tomar las riendas no sólo del destino de su pequeno Hamada, con quien juega cada día y llena de calor, sino de la familia, del barrio y su ciudad que ya la embistió con un mobbing inmobiliario que la obligó a cambiar de deseos. Y es que su fuerza abriga de los vientos, aquellos que habitan Essaouira, para ser de sol a sol, amiga y bailarina; coqueta y traficante de sonrisas que comparte con mujeres en las horas solidarias de hamman o en bodas infinitas donde construye con hena y tintes otras horas de ilusión. Milouda levanta su mundo de mujer con mujeres, como Malika ou Latifa, amando a su primo Hassan con quien comparte su vida desde siempre, y tejiendo con colores, como Penélope, con los que crea zapatos de rafia o cenefas de bordados para los blancos haiks: el traje tradicional que tres jóvenes souiris pasean en reivindicación en citas, como el festival gnawa, cosmopolitas e internacionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario