sábado, 7 de mayo de 2011


Ahlan wa sahlan, bienvenidos, bienvenus, wellcome

Entre el mellah (antiguo barrio judio) y el hamman al que era asiduo Orson Welles. Al pie de los cuatro souk o a ochenta metros del mar son algunas de las coordenadas en las que se alza esta casa de tres pisos, reconstruída por las manos cuidadosas de Ferrán y Hassan, que la dotaron de una atmósfera de luz y calma (luz exterior y calma interior) desde la que se puede ver la puesta de sol, disfrutar de un solarium o recibir el día con un té en la terraza. También sobre una hamaca. Porque no?.

La casa, ubicada sobre el sugerente tramado que forman las estrechas calles de la medina _para unos la bella durmiente o perla del atlántico; para otros, la bien diseñada_ se recupera como "casa de la luz" (daranur), lugar de encrucijada y convivencia, habitada otrora por judios, bereberes o árabes que dejaron sus pisadas en forma de celosias, esbeltas chemineas o techos con tablillas de tulla.

Sus tres pisos se organizan sobre una escalera de caracol, pudiendo convertirse en espacios-pisos independientes.

El primer piso, en el que cada mañana se proyecta un juego de vivos colores del exterior, se abre a un estar con chimenea, acotado por dos dormitorios, uno con baño interior y altillo con cama supletoria. El segundo piso se organiza alrededor de un balcón interior, sobre el que cuelga una larga lámpara de unos ochos metros, que dá paso a dos dormitorios, uno con cheminea y baño exterior y otro, con baño interior. Subiendo las escaleras, rehabilitadas con pequenas piezas de barro cocido elaboradas en Fes, entramos en el tercer piso: un apartamento _ salón con chimenea, cocina, dormitorio y cuarto de baño_ desde el que sentimos y observamos el movimiento de las horas, de la luz: del azul al claro de luna.

Apenas ocho peldaños nos separan de la terraza: una terraza doble, recubierta con zellig blanco y de color esmeralda de Fes, en la que podemos tomar el sol o desayunar o mecerse en la hamaca. Y otra terraza, más alta, desde la que, finalmente, divisamos tanto el mar, la bahia, la isla, las playas, como toda la ciudad, dentro y fuera de la medina. Es, sin duda, una de las vistas más impresionantes de Essaouira.